ÉS (TER) LA REINA DE PERSIA


“Este mundo, con todos sus detalles, hasta los más minúsculos, ha sido elaborado y aniquilado, y será elaborado
y aniquilado: infinitamente”
David Hume


LA HABITACIÓN ESTABA REPLETA DE ELLOS. Ester y yo tenemos una gran relación­ —se le escuchó decir al hombre—. No, no sólo era una gran relación, era la mejor de la relaciones; sí, eso teníamos, la mejor de las relaciones. Ella dedicaba su tiempo a la producción casera de Praseodimio 500. En ese entonces no rebasábamos ni los dos años y medio. Día a día, nos dedicábamos enteramente a la búsqueda de la inmortalidad. Algunas veces pensamos haberla hallado,  sin embargo, no se trataba más que de un artificio pasional. La inmortalidad está vedada para aquellos que no estén dispuestos a hacer con ella su voluntad.

Fue en un verano, el mismo verano en el que viajé hacia Centurión nueve mil. Ese día fluxes más tarde, estábamos buscando peces plátano y haciéndonos el amor apasionadamente sobre las vastas e inteligibles llanuras de Saturno, vendiéndonos juramentos imperdurables. En aquel entonces fuimos muy viejos para morir.


Ya te lo he dicho, el Magnum no es para los hombres. Si alguna vez llegó a ti            fue por error. No volverá a pasar.


א

El lunes pasado el sueño terminó. Por la noche, cuando el calor comienza y las pasiones se desatan, Ester se acercó hacia mí; había algo azaroso en su mirar. Sólo me abrazó, me abrazó como juró que jamás lo haría. La cagamos güey —dijo—. Ahora sí ya nos chingamos. Después sólo derramó lágrimas, justo como juró que jamás las derramaría. Su pecho se encontraba desnudo, expuesto a la tibieza de la noche; se perló con su corrosivo y pueril llanto, al cabo de un tiempo, éste terminó por marchitarlo, destiñendo la dulzura y gracia que alguna vez se encontró en él.

Se había pronosticado su nacimiento para el miércoles, y así fue. Antes de que se diera el alba ya había nacido; llevaba el Praseodimio corriendo por sus venas. Una atrocidad, sus ojos; de un verde tan penetrante que te carcomía el hígado. Maldije la sangre que llevaba de mí, la parte que a mí me tocaba la maldije ¡Que se le pudra en las entrañas la sangre que lleva de mí! Este niño me va a matar Ester, ya lo verás, sólo es cuestión de tiempo.

El viernes ya había creado su propia droga, una mezcla de pentoxifrina estéril, froxidomio, pseudoefedrina, éter, sopa maruchan y clonazepam. La llamó Magnum Opus Espiritual 1968; de Ester heredó el espíritu científico.

Nos dijo que con ella podríamos soñar, con el Magnum Opus tu vida cambia para nunca volver a ser la misma. Pero nos advirtió: Los sueños son peligrosos. En ellos el mundo es substancia y el sueño es líquido. Aparecen nuevos sentidos. La vista ha sido superada y la libertad suprimida. Con el Magnum Opus nada volverá a ser igual. El mecanismo se dispara, el corcel se desprende. El soñador es soñado. Regresamos eternamente al eterno retorno. Las orbitas vuelven, se reacomodan, duermen. ¿Mueren? Iremos al único destino posible. A los únicos destinos posibles.

El sábado nos invitó a su graduación, recibió el honor máximo por haber concluido sus estudios en el Instituto Politécnico Nacional. Se graduó con un promedio impecable. Charla con sus profesores. Oportunidades de profesionalización en el extranjero. Agradecimientos. Entrega de reconocimientos. Vaya, qué conmovedor discurso. Algunas lágrimas. Brindis. Foto. Estallido. Enloquecido. Lector abducido. Paraíso terrenal. ¿Paraíso cerebral?

Vamos, dame algo de Magnum, aunque sea un poco.

Vivíamos de azul: Ester se largó un domingo y jamás la volvimos a ver. De vez en vez algunos rumores flotaban traslúcidos hasta llegar a nosotros. Que si había ido a Xochimilco para ahogarse en el lago, que si había empezado a escribir un libro, que si inventó el Meth Z, que si terminó su libro. En fin, incluso llegamos a escuchar que había cambiado su nombre por el de Deissy.

A menudo pensamos en ella, en sus LP´s de Tchaikovsky. En la cafetera que ganó la navidad pasada en la fiesta de la empresa. En los versos tristísimos que robaba.  En la tristeza misma con la que se le vio por última vez. En su sombra extraviada en el Ex Convento  del Desierto de los Leones. Ahora mismo mi reloj se ha detenido, Persia debió de sentirse desamparada con de la muerte de Ester. Arrojo la tortuga hacia la pared, en los restos del caparazón enciendo el Magnum Opus Espiritual 1968, las visiones inician. El tallo astilla. El tallo hastía. Los cuerpos salvados desfilan. Se arrojan de un noveno piso de hotel o de nueve hoteles de un solo piso. Meursault se casa con María. Crean la máquina de ser feliz. No pierdes más que tu tiempo leyendo esto. Ahora no pueden destruir la máquina de ser feliz. Y tú lo perderás, una y otra vez más, pues  leerás esto. Meursault será condenado. Lees esto y llorarás por su pérdida una y otra vez, y la historia se repetirá una y otra vez más, sin detenerse; Utnapishtim seguirá sobreviviendo al diluvio; Bertrand Russell seguirá soñando; Jung seguirá siendo sueño, la historia humana se repite; nada hay ahora que no fue o que no haya sido; lo que ha sido, será; todo volverá a ser y se repetirá. PRIMERO COMO TRAGEDIA, DESPUÉS COMO FARSA.



ש ק ר

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Mi nombre es Sebastián Barriga González. Algunas veces soy Ananías Panaj, otras, el señor Bargasebia. Por las noches, me gusta pensarme com...